Persepolis

Nombre: Lucio

agosto 19, 2006

Nacimiento
Arada la tierra con sal, ¿qué puede crecer en ella?

Tal ha sido, al parecer, la configuración que la suerte decidió para el fragmento de tierra sobre el cual se levanta Persépolis. Bestias y mentes sumisas (criaturas peligrosamente emparentadas entre sí) regaron con brilloso mineral el perímetro que los sabios habían demarcado. Pero como suele suceder, la sabiduría es una virtud relativa, víctima del juicio de quienes se postran frente a ella.

¿Quién puede decir si fue el atisbo de fría decisión lo que encendió un chispazo de admiración -de obediencia- en aquellos cuerpos y mentes inferiores? ¿Como no concluir, con igual dejo de complacencia, que fue el miedo o el hastío lo que llevó a bestias y hombres a obedecer a sus sabios?

Lo cierto es que algún milagro obró de manera por demás inesperada en el páramo, y consiguió dar permiso a que las columnas, paredes y techos (términos imprescindibles de la ecuación que conforma la civilidad) se abrieran paso desde las entrañas de la tierra y brotaran con su inequívoca pretensión de querer alcanzar el firmamento.

Quienes por fortuna o desgracia hayan hecho de Persépolis parte de su andar, sean bienvenidos a este territorio maravilloso y ancestral. No orienten sus miradas hacia el pasado que muestra capas de lacerante arena salada esparciéndose sobre los pastizales. La aguda lanza de la sal no pudo obrar como se le había encomendado, y un pobre pero firme verdor prosperó entre las grietas del suelo.